No me
escondo del mundo
como por
arte de magia
en sí,
ya nadie me busca
a medianoche
Es mi culpa este naufragio.
Lo
admito;
creí que aún había brillo en esas pupilas,
aunque
tu intención nunca fue salvarme
ni la mía
que te quedaras
hecho
isla en este desconcierto
Tengo
elefantes en los dedos
obsesionados
con tu boca
que no
ha dejado de ser
la de
los besos más ricos del mundo
los
gatos desaparecieron
se
instalaron en el tejado 101
con una
constelación mejor que la mía.
Aprendo
que no todos los lunes se parecen.
Son de
extraño origen,
como la
chica que ayer dormía en mi cama,
quien
apostó por vos, causa perdida;
finalmente acepto
que ya no
sos aquel amante azul de 34
y que ya es
hora de mandar a tu puto fantasma
y todo lo que tiene que ver con vos
de una
vez y por todas a la chingada.