con la menuda obsesión
de extrañarte cada puto noviembre,
repetir la misma mierda al escribir
(como Arjona, pero sin fama).
Todo un ritual de hormonas
rebelándose en contra
del amor propio y por el prójimo
que ni se entera
del fantasma de visitas irregulares
puta nostalgia menguante
con una década de gordas raíces
una década queriéndote sola
(tu quererme fue tan corto y distra
mas no imprescindible
como para querer deshacerme
de la tortuga sin aspiración
o intención de sacarle el dedo
a la liebre pendeja del cuento).
Me ha tocado aprender a caer de pie
como los gatos, a quienes soy alérgica;
Estoy procurando, besador favorito,
-lo más humanamente posible
con mentadas de madre a lo que sea
más
cafeína de la necesaria y recomendada-
hacerme ver que valés un chingado
(porque lo valés, hermoso hijo de Fanni)
y parar de contemplar la puta idea
de convertirme, sólo por un jodido fin de semana,
en la esposa infiel más cachonda
y feliz del
mundo.