domingo, 22 de octubre de 2017

Inquietud

el corazón tiene más cuartos
que un hotel de putas
G.G.M




No miento cuando digo que soy feliz,
por eso he aceptado casarme para el año que viene,
sin embargo, tengo un abecedario infinito
de malas intenciones
colgándose en mi espalda;
una tuerca perdida en todos lados,
menos donde podría encontrarla.
Todavía llevo guardada en las pupilas
a esa chica rota y perversa
que a veces se asusta/aburre de la quietud
que se puede conseguir construyendo un hogar;
he vuelto a sentir a los duendes como en un tiovivo
hurgando en la gaveta del “érase una vez…”
donde guardo a un Ronald, exquisitamente desnudo,
apartado del resto de amantes equis.
He sentido a los duendes nuevamente
y han traído consigo a un chico de 26,
inmaduro, inestable y con lindas pompas.
Pero sé que, al igual que otros que han estado
y otros que vendrán,
sólo será esa sonrisa y excitación
pasajeras de miércoles en el gimnasio.