el cangrejo en mí
está haciendo de las suyas
volviendo a encender la estrella mala
la antagonista de esa grieta infinita
obviamente innecesaria
con sabor a aceitunas verdes;
huracán en el centro de la carne
desequilibrio en el andamio
sonrisa distraída y tan común
anfitrión imprudente
nombre de duende maldito
cuerpo desnudo
brutalmente hermoso.
Pero este otoño no hace tanto frío;
que hay en el resto de los días
perversamente cotidianos
pero imprescindibles
y tan míos;
contemplo el abismo:
aureolas desinhibidas
neblina y cobre
hermosamente brutal.
Por hoy decido estar quieta
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